martes, 18 de enero de 2022

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

 RENE DESCARTES

René Descartes nació en La Haye, Francia, el 31 de marzo de 1596. Su madre falleció cuando él apenas tenía 13 meses, y su padre, al estar ocupado con su trabajo en el parlamento de Bretaña, apenas tenía tiempo para el joven Descartes, así que su educación cayó en manos de su abuela materna.

El pequeño René se educó en un colegio jesuita en La Flèche, entre los años 1604 y 1612, que en aquel momento era una de las instituciones jesuitas más famosas de Europa. Ese centro tuvo una importancia caudal para su desarrollo intelectual.

Allí aprendió varias cosas, aunque se centraba en la enseñanza de la tradicional educación liberal, teología y cómo ser un buen gentilhombre. Años después, Descartes se mostraría crítico con la educación que recibió en tal centro. En La Flèche, Descartes obtuvo el título de bachiller y, posteriormente, viajaría hasta Potiers para licenciarse en derecho.

En 1616, con apenas 22 años, partió a los Países Bajos para servir en las filas del ejército Mauricio de Nassau, príncipe protestante en la guerra de los treinta años. Más tarde, se enrolaría en las filas de Maximiliano I de Baviera, quien era católico. Esto puede parecer paradójico, dado que en tal contienda estaban enemistados católicos y protestantes. Descartes reconocería que se había enrolado en diferentes ejércitos para conocer nuevos países y entender la realidad de cada bando.

Durante el invierno de 1619 Descartes se quedó bloqueado en un pueblecito del Alto Danubio, cerca de Ulm. Permaneció aislado de cualquier relación social, al lado de una estufa y sin más compañía que la de sus propios pensamientos. Estando allí se le revelarían las bases que sentarían su sistema filosófico: el método matemática y el más que famoso principio cartesiano, “pienso, luego existo”.

Durante la noche del 10 al 11 de noviembre de 1619, víctima de una febril excitación, Descartes tendría tres sueños en donde se le revelaría la forma de su método, y su vocación a consagrar su vida a la filosofía y la ciencia.

Renunciando a la vida militar, Descartes aprovechó para viajar por tierras germanas y neerlandesas, regresando a Francia en 1622. Pasaría una temporada en Italia, entre los años 1623 y 1625, para luego volver a Francia, afincándose en París y tomando contacto con los más destacables científicos de la época.

En 1628 volvería a Holanda, un país en el que la ciencia estaba avanzando a pasos agigantados gracias a que había una relativa libertad de pensamiento y lo científico gozaba de buena popularidad, residiendo en los Países Bajos durante 21 añós. Durante los primeros cinco años se dedicaría a elaborar su propio sistema del mundo, lo que entendía que era el ser humano y cómo nuestra alma estaba encapsulada en nuestro cuerpo.

En 1633 ya tenía muy avanzada la redacción de Tratado sobre la luz, un texto amplio en el que hablaba sobre metafísica y física. No obstante, decidió no publicarlo, dada la terrible condena a Galileo Galilei. Descartes defendía en aquella obra el heliocentrismo copernicano. Al final la obra sería publicada póstumamente.

En 1637 aparecería su famoso “Discurso del método”, presentado como un prólogo de tres ensayos científicos. El libro ganaría una amplia popularidad y muchos lectores cultos se atreverían a enviar cartas a su autor para discutir sobre qué pensaban o posibles errores en el método cartesiano.

En el discurso, Descartes proponía una duda metódica, con la cual debía ponerse en tela de juicio todos los conocimientos de la época. No es que fuera una duda escéptica, dado que estaba orientada en la búsqueda de principios sobre los cuales cimentar el saber, y no la simple crítica hacia todo conocimiento del momento.

Propuso el método cartesiano para todas las ciencias y disciplinas, y consiste en descomponer los problemas más complejos en partes más sencillas, hasta detectar sus elementos más básicos, ideas simples que puedan presentarse como razones evidentes. Luego vendría relacionar estas mismas ideas para entender los postulados más complejos que estaban constituyendo.

En su física mecanicista explicaba que la extensión era la principal propiedad de los cuerpos materiales, postulado expuesto en su Meditaciones metafísicas de 1641. En esta obra intentó demostrar la existencia de Dios y su perfección, además de la inmortalidad del alma, ya apuntada en la cuarta parte del Discurso del método. Conforme su popularidad iba en aumento, las críticas y las amenazas de persecución religiosa se convirtieron en oscuras sombras que se cernían sobre René Descartes.

Cansado de luchas, críticas y amenazas provenientes de autoridades eclesiásticas y académicos tanto tanto franceses como holandeses, Descartes, en 1649, aceptó la invitación de la reina Cristina de Suecia, quien le invitaba a residir en Estocolmo como preceptor suyo de filosofía.

Esto no era casual. Descartes y la monarca habían mantenido una intensa correspondencia. Pero pese a que René Descartes disfrutaba de la compañía de Cristina de Suecia, culta reina, el país que dirigía no le era tan agradable. Lo llegó a describir como una tierra de osos, donde los pensamientos de los hombres se congelan, junto con el agua.

En el país escandinavo Descartes se tenía que levantar a las cuatro de la mañana, en plena oscuridad y con el frío invernal carcomiéndole los huesos, para dar clases de filosofía a la reina, porque la monarca solo tenía esa hora libre debido a sus regias obligaciones. Esto sería lo que seguramente acabó con su vida, dado que falleció el 11 de febrero de 1650 a causa de una pulmonía, llevando tan solo cinco meses en Suecia.


René Descartes: biografía de este filósofo francés (psicologiaymente.com)

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